sábado, 23 de febrero de 2013

El sentir, el pensar y el echar pata...


Maldito sea el momento en el cual la evolución nos dio el poder del pensar sin sincronizarlo íntegramente con el sentir.
Por naturaleza somos seres de emociones, y qué bueno!! Sin embargo existen circunstancias cotidianas en las cuales la mente se interpone al sentir, lo cual o nos merma como pensantes o nos merma como espirituales. Chingao! Qué hacer en esos casos? Definitivamente, después de años de introspección y de “benchmarking” con otras mentes y almas, no he encontrado la respuesta.
Es decir, ¿acaso estamos jodidos?, si, posiblemente, tal vez sea esa la penitencia eterna del pecado capital del cual habla la biblia: el sentir vs. el pensar; ni Márquez le partió tan feo la madre a Paquiao como lo hace el sentir al pensar.
Considero prudente el compartir el hecho de que, si nos mantenemos coherentes entre lo que queremos, lo que sentimos y lo que NO queremos, podremos lograr una sinergia espiritual y corpórea que podrá equilibrar nuestra química cerebral para evitar un desenlace psicótico arraigado a la cuestión de la discrepancia entre lo concreto y lo abstracto. Porque ambos existen y conviven, generan energía y a su vez se alimentan de ella, de la energía que nuestras buenas y/o malas intenciones segregan, por ende, experimentamos lo que absorbemos y lo que somos.
Dicho lo anterior, si absorbemos energía positiva, pues todo estará en “paz” (temporal), pero si todo el tiempo estamos alimentando la inconveniencia del pensar, pues atraeremos las partículas negativas a cada célula de nuestro cuerpo, y ello, o nos traerá consecuencias patológicas (enfermedades) o consecuencias de negatividad, a través de las cuales, lo que sintamos que saldrá mal, por ende saldrá mal, por programación psicosomática.
Todo tiene un “¿por qué chingaos?”, ya sea positivo o negativo, es como el típico dicho de “somos lo que comemos”, bueno, ni madres! También somos lo que pensamos y sentimos, ya que si no existe  un equilibrio entre el pensar y el sentir, estamos a unas cuantas “situaciones” alejados de que nuestro señor “el payaso” nos cargue de manera física y/o mental.
Piénsenle positivo y atraigan cosas convenientes, lo negativo llega por sí mismo, el ejercicio, la buena alimentación, las buenas intenciones, el echar pata, la risa, entre otros factores, cambian nuestra química cerebral y por ende modifican las ondas electromagnéticas a través de las cuales el cerebro regula al cuerpo y lo hace sano o no.
Un abrazo.

Daniel Aguilar

lunes, 4 de febrero de 2013

El más allá o el más ahora?

Siempre pensamos en el qué hay después de la vida, pero pocas veces nos lo planteamos desde una perspectiva personal, en cuanto al qué pensar o cómo sentirnos cuando toquemos ese punto inevitable del ciclo biológico, en el cual el cuerpo se "marchita" y el espíritu evoluciona ante algo desconocido.
El mundo está lleno de señales y de puntos a considerar acerca del cómo permanecer aquí el mayor tiempo posible, pues seamos sinceros, es lo que conocemos y por ende, es lo que queremos experimentar. Sin embargo, qué tal que el "otro lado" de la moneda sea el ver el mundo desde una perspectiva diferente, dejando materialismos a un lado, disfrutando cada pequeño detalle que no disfrutamos terrenalmente, como lo es el aroma de una flor, el tacto de una piel ajena, un amanecer, la sensación de la lluvia en nuestro rostro. Cosas que generalmente evadimos por evitar alergias (la flor y su polen), evitar un "qué pensará" (el tacto de una piel ajena), el despertarnos tarde (el caso del amanecer), o el "me voy a enfermar o se arruinará mi ropa" (el caso de la sensación de la lluvia).
Creo que el detallar y simplificar nuestras emociones a lo más básico y simple, nos lleva a reestructurar nuestra mente y nuestros "usos y costumbres" a lo más "austero" que al final significa lo más importante: la vida misma.
El evadir la realidad a través de pantallas de celular, televisión, computadora, tabletas electrónicas, etc, desencajan nuestro ser de lo que podríamos ser! Irónico no?
Os invito a amar cada "simple" detalle que experimentamos en el día a día, planten un árbol, traten de identificar el sabor del agua cuando la beban, "lean" la mirada de un perro, perciban esas sensaciones que la naturaleza y nuestra interacción con ella nos da, todo el tiempo estamos recibiendo señales, comunicación, somos parte de un todo, no somos dueños de nada y de nadie, solamente de nuestro propio destino, nosotros lo escribimos y cambiamos a cada paso, en cada pestañeo, con cada sonrisa, con cada abrazo.

Daniel Aguilar